Overblog
Edit post Seguir este blog Administration + Create my blog
14 abril 2011 4 14 /04 /abril /2011 14:33

              PRESENTACION.jpgHabían dispuesto los modestos aposentos en el mismo borde de la acera, linealmente, como improvisando un mirador desde donde otearían aquellos privilegios que muy pronto pasarían junto a ellos. Era una tarde clara y ya las primeras turbas de emociones se habían apoderado de la calle, espantando a los vehículos, asaltando el asfalto donde hasta hacía muy pocos minutos los engendros mecánicos habían tiranizado sus espacios, esparciendo sus humos, amartillando con sus estruendos y grotescos sonidos la paz de los jardines.

            Fue el primer clamor de la corneta la que provocó la inquietud, la que desató un estado de ansiosa alegría en los ancianos, que comenzaron a arremolinarse en el dintel de la puerta, como pequeños gorriones en espera del alimento materno, alternando aquella algarabía con la turbación nerviosa que comenzaba a dinamizar la intranquilidad de los asilados. Tal vez fueran los años presentándose de improviso, reclamando su espacio, el derecho de la memoria para reconstruir otra tarde como aquella; tal vez fueran los recuerdos de cuando aún las fuerzas podían mantenerles en pie, soportar el rigor de la estación de penitencia portando un cirio al cuadril o en suspensión mientras iban dejando tras de sí un reguero de cera que señalaba el camino por donde transitaría el Cristo condenado o ya muerto.

            No querían perderse el instante y la joven monja sobre la que cayó aquella responsabilidad de retención –hasta que no esté la cruz de guía en la puerta, que no salgan, le llegó advertir la superiora, con aquella resignación de saber la tarea imposible que encomendaba- se veía incapaz de mantener en orden y cumplir la orden recibida.

            Las inmediaciones del asilo se fueron ocupando de las filas penitentes. Los ojos brillaban bajo los capirotes cruzando miradas con aquellas personas que los ignoraban, que elevaban las suyas por encima del gentío, de la comitiva, buscando el vaivén grácil de los ciriales que precedían al paso, porque su avistamiento era señal inequívoca del inminente encuentro. ¿Cuántos más, Señor, dejarás para que estos ojos puedan ser testigos de tu grandeza? ¿Cuántos, Señor, nos permitirás para que podamos alabar tu nombre? ¿Cuándo, Señor, me abrazarás para acompañarte en la postrera estación de penitencia? ¿Cuando, Señor, permitirás que vuelva a sentir la caricia de la mano de la mujer que fue compañera y amiga, esposa y madre, que alisaba la túnica con la que te honraba cada tarde de martes santo?

            Es un estruendo armónico, es una marea emocional incontenible, es el Señor Presentado, frente a ellos, descubriéndole que el tiempo no existe, que es una  mentira, que hoy como ayer, como siempre, se eterniza en una lágrima, que el momento se perpetúa en la voz callada, contenida por la convulsión de unos labios que tiemblan,  porque las palabras han quedado presas, inanes, incapaces en el corazón.

            Las miradas han sido absorbidas en el túnel del tiempo, han sido depositadas en la visión serena que escucha a los corazones que le hablan, que responde a los labios que no se mueven, que consuela la petición enjugando cada una de sus lágrimas. Todos han sido cumplimentandos. Ha bastado un minuto. Pero en el universo hay nuevas sonrisas. Conversaciones de Dios con hombres de miradas transfiguradas por la emoción, grises pintados en los ojos por la mano del Cristo que un día les fue Presentado –He aquí al Hombre- y el Hombre se asomó al pretil de sus almas para enaltecer sus vidas, para recuperar sus ilusiones. Bastó sólo un minuto para que Dios les hablara.

            Se retira la algarada. Llega una música lejana que trae la mención de un sueño donde ahora reposan viejas almas. Se disuelve la emoción. En el frescor de la estancia, yace la soledad aplacada. El espejo refleja una sonrisa entre lágrimas. Sólo ellos lo saben, cómplices del gran secreto, de aquella conversación sagrada, la tarde de un martes santo, donde tuvo conocimiento del momento de la llamada para volver a besar aquellas manos que su túnica alisaba.  

Compartir este post
Repost0

Comentarios

Presentación

  • : El blog de lasevillanuestra.over-blog.es
  • : Esta es la ventana a la que me asomo cada día. Este es el alfeizar donde me apoyo para ver la ciudad, para disfrutarla, para sentirla, para amarla. Este es mi mirador desde el que pongo mi voz para destacar mis opiniones sobre los problemas de esta Sevilla nuestra
  • Contacto