El blog de lasevillanuestra.over-blog.es

La ruptura emocional que pretenden injertar los neoateos en esta sociedad escéptica, despreocupada y poco atenta a cuánto sucede a su alrededor, con sus mensajes publicitarios,

no podrá nunca resquebrajar las sólidas bases de la fe católica. En su intención subyace propagar el desánimo entre los creyentes católicos. Con otras confesiones religiosas  -tan respetables como la nuestra- no se atreven. Y no piensen que esta aseveración es gratuita, ni un brindis al sol.

Estas actuaciones vienen determinadas por nuestros propios y acomodaticios comportamientos, por la permisividad complaciente de ciertos políticos, que jalean a estos seguidores de la nada -sectarios de la vida sin espíritu y sin alma- y a veces por el favorecimiento, al que se aferran aquéllos, de los dictámenes que transmite el Evangelio, que es un canto al amor, a la libertad, al respeto y a la ejecución de la independencia de conciencia de cada individuo.

            Los panfletos en los que se anuncia la inexistencia de Dios, y en los que se proclama la vida sin trascendencia y sin más espiritualidad que la de pasar hojas del almanaque hasta que nuestra materia orgánica se funda –y confunda con la de la tierra- comienzan a dejar huellas en los más débiles e inseguros. La vida futura y eterna no tiene ningún sentido para los descreídos, por lo tanto se están definiendo como pobres seres sin Esperanza, y por ende incapacitados para la concreción de un mundo mejor para todos. Por eso es necesario aferrarnos a la fe, vínculo ineludible de acercamiento a Dios, que nos espera constantemente con sus brazos abiertos para acogernos en su seno.

            Ante estos hechos, hoy en día, es más ineludible y necesario correr al encuentro del Padre Todopoderoso en busca de auxilio.

            Las Hermandades y Cofradías de nuestra ciudad, en los días de la conmemoración y proclamación de la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, asaltan las calles para inundarlas de fe, enseñando públicamente los misterios de la grandeza redentora del Señor y del extraordinario vínculo entre hombre y Dios que es María Santísima.

            No hay mayor, ni más certera muestra de la existencia de Dios que la contemplación de los rostros absortos observando a la Madre de Cristo en su discurrir durante la Madrugada más hermosa –aunque algunos se obstinen en querer destrozarla. En cada uno de ellos sí que se confirma la existencia del Todopoderoso. En sus miradas reluce el triunfo de la Esperanza, gran vencedora de esta contienda y contra quienes promulgan la inexistencia de lo más evidente.

            Ellos no tienen nada que ofrecer más que palabras desposeídas de contenido. Ella no necesita palabras para ofrecer todo a quienes quizás no tienen nada. Aquellos utilizan panfletos sin sustento, que se deshacen ante el más mínimo intento de aferrarse a él. Ella es ancla donde se fija la nave de nuestro ser. Ellos promueven el vacío existencial. Ella proclama la Gracia del todo. Y ese todo tiene nombre: ESPERANZA.